IGLESIA ATÓMICA - LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO - ALBUM REVIEW
IGLESIA ATÓMICA - LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO (2020)
POR Green Angry Goat & Two Headed Walrus.
El trío oriundo de Puerto Rico compuesto por Martin Latimer en la guitarra, Herb Pérez en la batería y Agustín “Chito” Criollo en el bajo nos deleita con el poder sonoro de su nuevo trabajo “La guerra del fin del mundo”, el cual sin dudas merece un lugar en las bateas físicas y digitales de todo melómano que disfrute de buenos viajes. Hace unas semanas tuvimos el agrado de entrevistarlos y entre otras cosas, nos contaron un poco acerca de este álbum que hace homenaje a la Pacha, adelantando ansiedades y expectativas, las cuales quedan por demás satisfechas. Si no la leíste aún, podés hacerlo acá: (link entrevista iglesia atómica)
Play. El ritual comienza. Buscamos la conexión con la naturaleza en la musicalidad del agua y la voz del "Chamán". Melodías ancestrales. Sonidos de la vida que se funden con la energía del universo. Entramos en el loop mántrico del túnel sonoro y viajamos entre los colores que nos brinda la vida hasta sumergirnos en la voracidad de la velocidad, traspasando los mundos etéreos de la mente. Llegamos a ese lugar, conectados, siendo parte del mundo que nos rodea, perteneciendo a cada criatura, a cada gota de agua, a cada hoja de hierba. Como llantos del ser humano al nacer la guitarra aclama alimento de vida. Pareciera ser que ese trip sonoro nos conduce por el túnel de la llegada al nuevo mundo, naciendo, donde sin conciencia nos rodeamos de lo desconocido para aprender lo que este plano tiene para ofrecernos y encontrar nuestro lugar. Es así como vamos descubriendo poco a poco el propósito de la existencia volviéndonos pequeños frente al mundo, para conocerlo desde recónditos e impensados lugares.
Tan pequeños nos hemos vuelto que las células se convierten en gigantes pilares vivientes en los cuales nos introducimos, como el "Átomo verde" que rige en su interior. Lo buscamos en una frenética carrera contra el tiempo. Descubrirlo nos abre las puertas de lo que hay más allá de la conciencia. Nos permite observar el mundo desde un lugar todavía más objetivo. Corremos, en un pasillo eterno, rodeados de los espejos que nos muestran las imitaciones de nosotros mismos e intentan detenernos. Imitaciones que vencemos para ser nosotros en nuestro esplendor. La búsqueda de nuestra verdad más profunda está en el interior de las cosas, como el átomo verde.
Y al darnos cuenta de la verdad más profunda logramos dilucidar que esta es "La guerra del fin del mundo". Momento crucial de la humanidad donde nuevamente se pone de manifiesto la lucha de poderes dispuestas a dominarlo todo sin mediar responsabilidades, aplastando lo que se interponga. El levantamiento de la oscuridad se proclama, pero si nos detenemos un segundo a pensar, la oscuridad necesita de la luz para existir. Es en ese instante donde la fortaleza existe para abrirse paso iluminando todo y como en una épica batalla psicodélica queda demostrado.
El caos reina buscando la muerte, mediante las imposiciones siniestras de "Un Dios enemigo". Pero no hay dioses sin humanidad que crea en ellos dándoles vida. Ignorarlos es combatirlos, olvidarlos es derrotarlos, pero con eso no alcanza, primero hay que destruirlos. Levantarse ante las cruces que sangran al otro. Como demonio, el dios adopta muchas formas. Estar atento es imprescindible. La voz se escuchará, los ideales sobrevivirán al cuerpo y de esa forma la lucha y la resistencia se vuelven tan inmortales como las deidades.
El paisaje se vuelve calmo después de la batalla, que entendemos no será la última. Disfrutamos de ese contacto con la Tierra, la selva y quienes la habitan. Recordamos el origen de las cosas, el amor por lo simple, tan solo observar, respirar, oír, tocar, probar. Probar el fruto, respirar el aire más puro que pueda existir, observar el color de la vida, tocar el suelo con los pies y conectarnos para entender. Simplemente comprender que la maravilla de estar vivos se basa en el amor por todo lo que es ajeno a nuestro cuerpo, lo cual se vuelve parte de nosotros cuando nosotros nos volvemos parte de eso. La lucha de la "Isla rebelde" es volver a la esencia. Nos la han quitado y debemos recuperarla. Una parte de esa esencia sigue en ella, poco a poco desvaneciéndose. No es tarde aún y los ecos salvajes retumban desde la espesura de la selva hasta transportarse por el feroz mar. El grito se vuelve canción.
El sonido del álbum es demoledor. Realmente una joya. Teniendo en cuenta el estilo de esta agrupación, nos encontramos con un trabajo que capta de manera excelsa las jams producidas en el estudio. Los bajos contundentes y profundos, con el grano de distorsión justo. Las guitarras pujantes, filosas, completamente psicodélicas, melodías que se vuelven desgarradoras. La batería en su punto, con inmensa claridad y ocupando su lugar sin tapar nada. Los sintetizadores, un gran complemento sonoro.
Siendo que disfrutamos mucho de sus trabajos anteriores, creemos que este álbum es el mejor que han hecho hasta ahora. Han sabido adquirir la forma de desarrollar improvisaciones de una manera completamente natural, composiciones maduras que demuestran por qué la Iglesia Atómica ocupa el lugar en el que está. Toda su evolución artística llega al punto más alto. Sin dudas su mejor versión en 6 tracks que ofrecen más de cuarenta minutos difíciles de superar en el futuro.
Para escuchar este álbum y su extensa obra pasen por acá: BANDCAMP
Tracks favoritos: “Chamán”, “Isla rebelde”. Si bien todo el álbum es impecable, los trips que se generan en estos dos tracks rompen todo. En “Isla rebelde” hay un arreglo con una progresión de acordes que me hizo acordar a una parte de “Dogs” de Pink Floyd. Belleza.
¡Disfruten!
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